viernes, 10 de agosto de 2012

(Ensayo) La Resistencia- Ernesto Sábato


   En todos lados, hay comunicación; de una u otra forma, los seres humanos nacemos con la necesidad de expresar nuestro sentir. Aunque, por desgracia, no todo lo transmitido es agradable, por ejemplo, emociones, actitudes y estados de ánimo. La mayoría de éstas emociones se deben a la manipulación de los medios de comunicación, principalmente de la televisión. Éste es considerado como el medio más negativo en cuanto a aportaciones constructivas, la gran mayoría de los programas transmitidos no tienen nada de gran valor moral y sirven únicamente para entretener y seguir el ejemplo. Los televidentes más vulnerables son los niños, que van imitando lo que ven y por lo tanto van creciendo su mentalidad con esa “educación”.
   La educación no consiste en mandar a los hijos a la escuela y que los profesores cumplan su rutina de dar clases, calificar y dejar tarea. La educación consiste en enseñar a los hijos que son seres humanos, que son maravillosos y que la vida no se basa en alguna creencia, sino en los valores y en el cuidado de nuestro alrededor, como es el caso del medio ambiente, que ya muy arruinado está. La educación muestra un grado de tolerancia, humildad y, ¿Por qué no? Hasta valentía. Y eso, aunque no lo expresamos con palabras, claramente se ve con los movimientos corporales, gestos faciales y las mismas acciones, que poco a poco van determinando quiénes somos y qué estamos haciendo aquí.
   Con esto me refiero a la forma de ser de cada individuo; es triste ver que la gente se vuelve egoísta; ya no importan los buenos sentimientos, la bondad y generosidad con el prójimo, por ejemplo. Todos quieren llegar a la cima, como sea y en cuanto antes, mejor. Todos quieren mandar, todos quieren tener la billetera a reventar y obtener el poder por sobre todas las cosas. Un claro ejemplo a esto es lo que se aproxima en estos días por culpa de las elecciones presidenciales. Los cuatro candidatos están como buitres en espera de la comida. Aunque todo sea fingido, todos quieren tener esa imagen de autoridad y superioridad moral, a pesar de que no tengan ni la más remota idea de lo que es la ética profesional y todos los valores en general.
   El autor, así como yo y muchas personas más, tenemos la esperanza de que algún día, las generaciones humanas concienticen sus acciones, traten de modificar su manera de ser, aunque los medios de comunicación siempre estarán ahí, persuadiendo para lograr sus objetivos. Esto también implica a los padres de familia, los jefes del hogar; de la educación que ellos inculquen, se reflejarán muchas acciones. Cada vez es menos importante enseñar el valor de la honestidad y generosidad; las personas se vuelven más materialistas, y pasan toda su vida añorando un simple objeto material, o cantidades enormes de dinero, puestos importantes en las empresas, y algunos hacen cualquier cosa con tal de conseguir el objetivo, sin importar perder la honestidad, dignidad y los buenos ejemplos que debieron ser enseñados.
   Otro ejemplo en una situación del país:
-      Las adolescentes de la actualidad se preocupan por eliminar un “barrito” de su rostro que intentar hacer una buena acción, una obra caritativa, por muy pequeña que sea. Hubo un caso en el que las niñas daban cualquier cosa con tal de obtener un boleto para un concierto cualquiera. ¡¿En dónde se ve eso?! ¿Entregar tu dignidad por un boleto? ¿Tan vacía y estúpida es la gente joven actualmente? ¡Lamentable!

   Al  menos en México, esas cosas no suelen importar. Estamos viviendo una situación de pobreza extrema en muchas regiones indígenas en los estados, que nadie se toma la molestia en preocuparse por las emociones y actitudes, sino por conseguir unos pocos centavos para poder comer; su única preocupación hasta los últimos días. Y por lo mientras, la gente que tiene cuentas extravagantes repletas de dinero, cada vez quieren más, no se conforman con nada.
   Pienso que la vida es un regalo más que magnifico, debemos vivir cada instante, ya sea atravesando errores y la manera para repararlos, cada momento es auténtico, irrepetible. Cada respiración nos da una oportunidad más en el día para llevar a cabo nuestros planes y proyectos a corto, mediano y largo plazo. La vida también es corta, por eso mismo no podemos “desperdiciar” ningún segundo en cosas sin importancia. Veo a mí alrededor y me da gusto vivir, estudiar la universidad y me entusiasma la idea de titularme en un par de años. También, tengo la certeza de que todos y cada uno de nosotros estamos en la Tierra con un solo objetivo; para algunos es ayudar a los demás, para otros dar el ejemplo de cómo arruinar el tiempo sin hacer nada, y otros se la pasan juzgando a los que hacen el bien y a los que hacen el mal.
   Pero, antes de juzgar a los demás, ¿Por qué no iniciar juzgándose a uno mismo?
   ¿Quién soy yo? ¿Qué virtudes tengo? ¿Y qué hay con los defectos? ¿Podré disminuirlos para mejorar como persona?
  Yo, en lo personal, estoy aquí porque deseo tener un título profesional como comunicóloga. Deseo trabajar en una revista, dedicarme al periodismo cultural especializado en música y practicar la fotografía y literatura en mis ratos libres. Yo desearía la paz mundial, que no existieran los pensamientos negativos, ni las mentiras. ¿Y cómo empezar?
    Antes de ayudar a los demás, primero debemos ayudarnos a nosotros mismos, como individuos. Levantarse diario de la cama y pensar de manera positiva, organizar nuestro día y preguntarnos por dónde iniciar el cambio, o mejora. Dejar que cada instante sea un reto, una prueba para ir pasando el día poco a poco, sin incidentes que se puedan lamentar, y no necesariamente físicos. Desde cosas simples como el ser puntual en escuela y trabajo, ser más tolerantes con los amigos o compañeros, más comprensivos con la pareja o familia y más pacíficos con nuestro yo interno. A mí me sirven mucho las respiraciones profundas, cerrando los ojos al mismo tiempo, aunque quizá ésta regla no aplique para todos.
    Todos somos un universo diferente, único. También irrepetible.
   Y es por eso mismo que no podemos cambiar al prójimo sin cambiar nosotros mismos; el ser humano suele sentirse perfecto, pero no lo es, nunca lo ha sido y jamás podría llegar a serlo. Para mí, la perfección no existe, al igual que la felicidad perfecta. Tampoco se trata de ser pesimistas, pero siempre habrá algo que te atore, porque de eso es la vida, de enfrentar cada agujero que se presente. Lo que sí podría hacerse, es disminuir el número de agujeros, o aprender a esquivarlos. La mayoría, desde luego.
   Y en caso de haber un agujero más grande, pues seguir con la rutina del diario, caminar, caminar, hasta que deje de doler, o que por lo menos no se sienta demasiado.
   En sí, la vida no es complicada; por eso me cuesta trabajo entender a la gente que se quita la vida. Siempre hay una solución a todo, a excepción de la muerte. ¿Es realmente una enfermedad o un simple pretexto por el hecho de no querer continuar más con la vida?
   Y cómo dice la canción, nos han prestado la vida y tenemos que regresarla, aunque yo no lo veo en el factor religioso. Dios, a propósito, no existe para resolver nuestras vidas, acabar con los problemas con tan sólo mover las manos, y mucho menos, las enfermedades. No tengo idea si realmente exista; nadie la tiene. Y es evidente que el creer es una necesidad de no sentirse tan solos al momento de enfrentar las malas rachas. Probablemente, sea una necesidad de pertenecer a alguien.
   Pero yo tengo una teoría; pertenecemos a nosotros mismos, aunque sea por una pequeña y duradera temporada
.
   Y como conclusión, una pequeña reflexión propia.
“La vida es corta, no quiero desperdiciar tiempo.
La vida es una caja de sorpresas, con altibajos.
La vida es hermosa si está llena de amor y tranquilidad.
La vida es mi mejor experiencia, con obstáculos, pruebas y derrotas.
La vida no es igual en ningún individuo.
La vida es maravillosa si hay amor de verdad”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Cualquier opinión, queja, consejo, es bueno!