En todos lados, hay comunicación; de una
u otra forma, los seres humanos nacemos con la necesidad de expresar nuestro
sentir. Aunque, por desgracia, no todo lo transmitido es agradable, por
ejemplo, emociones, actitudes y estados de ánimo. La mayoría de éstas emociones
se deben a la manipulación de los medios de comunicación, principalmente de la
televisión. Éste es considerado como el medio más negativo en cuanto a
aportaciones constructivas, la gran mayoría de los programas transmitidos no
tienen nada de gran valor moral y sirven únicamente para entretener y seguir el
ejemplo. Los televidentes más vulnerables son los niños, que van imitando lo
que ven y por lo tanto van creciendo su mentalidad con esa “educación”.
La educación no consiste en mandar a los
hijos a la escuela y que los profesores cumplan su rutina de dar clases,
calificar y dejar tarea. La educación consiste en enseñar a los hijos que son
seres humanos, que son maravillosos y que la vida no se basa en alguna
creencia, sino en los valores y en el cuidado de nuestro alrededor, como es el
caso del medio ambiente, que ya muy arruinado está. La educación muestra un grado
de tolerancia, humildad y, ¿Por qué no? Hasta valentía. Y eso, aunque no lo
expresamos con palabras, claramente se ve con los movimientos corporales,
gestos faciales y las mismas acciones, que poco a poco van determinando quiénes
somos y qué estamos haciendo aquí.
Con esto me refiero a la forma de ser de
cada individuo; es triste ver que la gente se vuelve egoísta; ya no importan
los buenos sentimientos, la bondad y generosidad con el prójimo, por ejemplo. Todos
quieren llegar a la cima, como sea y en cuanto antes, mejor. Todos quieren
mandar, todos quieren tener la billetera a reventar y obtener el poder por
sobre todas las cosas. Un claro ejemplo a esto es lo que se aproxima en estos
días por culpa de las elecciones presidenciales. Los cuatro candidatos están
como buitres en espera de la comida. Aunque todo sea fingido, todos quieren
tener esa imagen de autoridad y superioridad moral, a pesar de que no tengan ni
la más remota idea de lo que es la ética profesional y todos los valores en
general.
El autor, así como yo y muchas personas más,
tenemos la esperanza de que algún día, las generaciones humanas concienticen
sus acciones, traten de modificar su manera de ser, aunque los medios de
comunicación siempre estarán ahí, persuadiendo para lograr sus objetivos. Esto
también implica a los padres de familia, los jefes del hogar; de la educación
que ellos inculquen, se reflejarán muchas acciones. Cada vez es menos
importante enseñar el valor de la honestidad y generosidad; las personas se
vuelven más materialistas, y pasan toda su vida añorando un simple objeto
material, o cantidades enormes de dinero, puestos importantes en las empresas,
y algunos hacen cualquier cosa con tal de conseguir el objetivo, sin importar
perder la honestidad, dignidad y los buenos ejemplos que debieron ser
enseñados.
Otro ejemplo en una situación del país:
- Las
adolescentes de la actualidad se preocupan por eliminar un “barrito” de su
rostro que intentar hacer una buena acción, una obra caritativa, por muy
pequeña que sea. Hubo un caso en el que las niñas daban cualquier cosa con tal
de obtener un boleto para un concierto cualquiera. ¡¿En dónde se ve eso?!
¿Entregar tu dignidad por un boleto? ¿Tan vacía y estúpida es la gente joven actualmente?
¡Lamentable!
Al
menos en México, esas cosas no suelen importar. Estamos viviendo una
situación de pobreza extrema en muchas regiones indígenas en los estados, que
nadie se toma la molestia en preocuparse por las emociones y actitudes, sino por
conseguir unos pocos centavos para poder comer; su única preocupación hasta los
últimos días. Y por lo mientras, la gente que tiene cuentas extravagantes
repletas de dinero, cada vez quieren más, no se conforman con nada.
Pienso que la vida es un regalo más que
magnifico, debemos vivir cada instante, ya sea atravesando errores y la manera
para repararlos, cada momento es auténtico, irrepetible. Cada respiración nos
da una oportunidad más en el día para llevar a cabo nuestros planes y proyectos
a corto, mediano y largo plazo. La vida también es corta, por eso mismo no
podemos “desperdiciar” ningún segundo en cosas sin importancia. Veo a mí
alrededor y me da gusto vivir, estudiar la universidad y me entusiasma la idea
de titularme en un par de años. También, tengo la certeza de que todos y cada
uno de nosotros estamos en la Tierra con un solo objetivo; para algunos es
ayudar a los demás, para otros dar el ejemplo de cómo arruinar el tiempo sin
hacer nada, y otros se la pasan juzgando a los que hacen el bien y a los que
hacen el mal.
Pero, antes de juzgar a los demás, ¿Por qué
no iniciar juzgándose a uno mismo?
¿Quién soy yo? ¿Qué virtudes tengo? ¿Y qué
hay con los defectos? ¿Podré disminuirlos para mejorar como persona?
Yo, en lo personal, estoy aquí porque deseo
tener un título profesional como comunicóloga. Deseo trabajar en una revista,
dedicarme al periodismo cultural especializado en música y practicar la
fotografía y literatura en mis ratos libres. Yo desearía la paz mundial, que no
existieran los pensamientos negativos, ni las mentiras. ¿Y cómo empezar?
Antes de ayudar a los demás, primero
debemos ayudarnos a nosotros mismos, como individuos. Levantarse diario de la
cama y pensar de manera positiva, organizar nuestro día y preguntarnos por
dónde iniciar el cambio, o mejora. Dejar que cada instante sea un reto, una
prueba para ir pasando el día poco a poco, sin incidentes que se puedan
lamentar, y no necesariamente físicos. Desde cosas simples como el ser puntual
en escuela y trabajo, ser más tolerantes con los amigos o compañeros, más
comprensivos con la pareja o familia y más pacíficos con nuestro yo interno. A
mí me sirven mucho las respiraciones profundas, cerrando los ojos al mismo
tiempo, aunque quizá ésta regla no aplique para todos.
Todos somos un universo diferente, único.
También irrepetible.
Y es por eso mismo que no podemos cambiar al
prójimo sin cambiar nosotros mismos; el ser humano suele sentirse perfecto,
pero no lo es, nunca lo ha sido y jamás podría llegar a serlo. Para mí, la
perfección no existe, al igual que la felicidad perfecta. Tampoco se trata de
ser pesimistas, pero siempre habrá algo que te atore, porque de eso es la vida,
de enfrentar cada agujero que se presente. Lo que sí podría hacerse, es
disminuir el número de agujeros, o aprender a esquivarlos. La mayoría, desde
luego.
Y en caso de haber un agujero más grande,
pues seguir con la rutina del diario, caminar, caminar, hasta que deje de
doler, o que por lo menos no se sienta demasiado.
En sí, la vida no es complicada; por eso me
cuesta trabajo entender a la gente que se quita la vida. Siempre hay una
solución a todo, a excepción de la muerte. ¿Es realmente una enfermedad o un
simple pretexto por el hecho de no querer continuar más con la vida?
Y cómo dice la canción, nos han prestado la
vida y tenemos que regresarla, aunque yo no lo veo en el factor religioso.
Dios, a propósito, no existe para resolver nuestras vidas, acabar con los
problemas con tan sólo mover las manos, y mucho menos, las enfermedades. No
tengo idea si realmente exista; nadie la tiene. Y es evidente que el creer es
una necesidad de no sentirse tan solos al momento de enfrentar las malas
rachas. Probablemente, sea una necesidad de pertenecer a alguien.
Pero yo tengo una teoría; pertenecemos a
nosotros mismos, aunque sea por una pequeña y duradera temporada
.
Y como conclusión, una pequeña reflexión
propia.
“La vida es corta, no quiero desperdiciar tiempo.
La vida es una caja de sorpresas, con altibajos.
La vida es hermosa si está llena de amor y tranquilidad.
La vida es mi mejor experiencia, con obstáculos, pruebas
y derrotas.
La vida no es igual en ningún individuo.
La vida es maravillosa si hay amor de verdad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Cualquier opinión, queja, consejo, es bueno!